Día Internacional del Migrante: Cruces en el Muro Fronterizo Honran Vidas PérdidasEricks Webs DesignEricks Webs Design

Tijuana, BC.- Cada 18 de diciembre, el Día Internacional del Migrante transforma la narrativa de millones que buscan un futuro mejor. En la frontera Tijuana–San Diego, reconocida como una de las más transitadas globalmente, esta fecha tiene un significado profundizado por historias de esperanza, separación y pérdidas trágicas.

En este punto donde se erige el muro que separa a México de Estados Unidos, las experiencias de los migrantes resuenan diariamente. Mientras algunos relatan historias de resiliencia, otros comparten la difícil realidad de regresar a un hogar que ya no reconocen.

Don Julio Carrasco representa uno de estos relatos. Luego de vivir 52 de sus 80 años en Estados Unidos, fue finalmente deportado. Regresa al país de su nacimiento, un lugar que ya no le es familiar y donde afirma no tener a nadie que lo apoye.

“Yo no tengo familia aquí, vivo solo, estoy enfermo”, narró.

Para Don Julio, migrar significó más que cruzar una frontera; fue perder de un golpe una vida edificada durante más de cincuenta años. A su edad, comenzar de nuevo resulta complejo, especialmente debido a su deteriorada salud.

“No puedo trabajar, tengo diabetes, no puedo ni caminar, estoy enfermo”, añadió Don Julio.

Su historia es un reflejo de la realidad que enfrentan muchos migrantes deportados en plena tercera edad, quienes regresan a un país que ya no sienten como propio, enfrentando la ausencia de redes de apoyo vitales.

Con motivo del Día Internacional del Migrante, activistas colocaron cruces de madera en el muro fronterizo, rindiendo tributo a aquellos que han perdido la vida en el intento de cruzar. Cada cruz representa un relato trágico que ha quedado sin concluir, ya sea en el desierto, en un río o durante el cruce mismo.

Héctor Barajas, un veterano, compartió el simbolismo de esta acción: “No solo mexicanos están muriendo tratando de cruzar; cada cruz es un alma que trasciende, un ser querido que deja un vacío en su familia”, expresó.

Entre las cruces, emergen nombres de veteranos deportados, individuos que sirvieron a Estados Unidos y que fallecieron sin haber podido retornar a lo que consideraban su hogar, sin ver restaurados sus derechos.

La situación de estos veteranos deportados es uno de los capítulos más dolientes en el contexto migratorio. Barajas destacó que muchos de ellos han fallecido en México, no necesariamente intentado cruzar, sino aguardando una oportunidad de regresar.

“Hay veteranos que han fallecido aquí, aunque no intentaban cruzar; contamos con una lista de más de diez fallecidos, y la cifra sigue creciendo, sin que tengamos claridad sobre cuántos han enfrentado la deportación”, comentó.

Estas muertes, alertan los activistas, a menudo no se registran en las estadísticas oficiales, lo que invisibiliza aún más la problemática existente.

Datos ofrecidos por los propios activistas indican que desde 1994, con el inicio del Operativo Guardián, alrededor de 14,000 vidas se han perdido en el intento de llegar a Estados Unidos a través de esta frontera. Además, organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes han estimado que podría haber hasta 11,000 personas desaparecidas.

En este Día Internacional del Migrante, la frontera Tijuana–San Diego sirve como un recordatorio de que detrás de cada cifra hay una historia como la de Don Julio: una existencia marcada por el desarraigo, la espera y la incertidumbre. Para muchos migrantes, el anhelo de un futuro mejor continúa acarreando un alto costo humano, que cada año se acumula en cruces, nombres y ausencias.