Trump tambalea mientras la tormenta Epstein sacude a su gobiernoEricks Webs DesignEricks Webs Design

Donald Trump rara vez pierde el control de su propia historia. Pero la saga de Jeffrey Epstein escapa a su control.

Se trata de un nuevo giro para el presidente, que se encuentra en desacuerdo con la facción más ruidosa y conspirativa de su movimiento MAGA.

Por una vez, se está convirtiendo en víctima de una teoría conspirativa descontrolada, no en su iniciador. Parece el infiltrado que encubre, no el forastero destructor del Estado profundo.

Algunas de las figuras más visibles de MAGA están alzando la voz. La representante de Georgia, Marjorie Taylor Greene, advirtió el lunes de las repercusiones “significativas” en el movimiento debido a lo que algunos partidarios de Trump consideran un encubrimiento. “Es simplemente una línea roja que muchos cruzan”, declaró a Manu Raju de CNN.

Las tensiones que surgen entre la secretaria de Justicia Pam Bondi, el director del FBI Kash Patel y el adjunto de Patel, Dan Bongino, están reavivando recuerdos del caos y la disfunción que marcaron el primer mandato de Trump, pero que han sido menos obvios en una segunda presidencia más prolífica.

Si alguien debería saber que el Gobierno no puede emitir declaraciones tranquilizadoras ni hacer desaparecer las teorías conspirativas, ese es Trump. Él tejió algunas de las intrigas falsas más notorias en la historia de la política estadounidense, desde la fantasía racista sobre el lugar de nacimiento del presidente Barack Obama hasta el cuento, que corroe la democracia, de que ganó las elecciones de 2020, lo que lo catapultó de nuevo al poder en 2024.

Pero la maestría de Trump en las teorías conspirativas no ayudó a sofocar el drama de Epstein. La semana pasada, el Departamento de Justicia emitió un memorando en el que insistía en que no había pruebas de que el financiero caído en desgracia y delincuente sexual convicto tuviera una lista de clientes ni de que hubiera sido asesinado en prisión. Pero, como el presidente podría haberle dicho a Bondi, decirle a la gente que no existe tal cosa solo aviva la llama de la conspiración.

Eso dejó al presidente en una peor situación el lunes, ya que CNN informó que estaba cada vez más frustrado por una controversia que ya dura casi una semana y está eclipsando lo que la Casa Blanca ve como una lista creciente de victorias en el país y en el extranjero.

Una gran pregunta es si Trump corre el riesgo de sufrir daños en su propia coalición política si no puede calmar el furor por el memorando sobre Epstein del Departamento de Justicia.

Trump ha sido durante una década la figura de derecha más dinámica del país. Ha forjado una marca destrozando y aplastando las normas de Washington. Pero si ni siquiera él puede poner fin a la revuelta mediática de MAGA, quizás esté entrando en un período difícil con una fuerza que lo ha sostenido durante mucho tiempo.

Aún así, no sería prudente subestimar su poder.

Trump transformó al Partido Republicano con su imagen populista y nacionalista. Los legisladores que lo desafían suelen ser excomulgados. En los mítines de campaña de Trump, la confianza y la devoción que inspiraba entre sus seguidores eran palpables.

Los influyentes mediáticos de MAGA que lo critican parecen entender que su estatus en el movimiento depende de la gloria reflejada de su megaestrella: antes de los recientes ataques de Trump a Irán, muchos de ellos advirtieron de que corría el riesgo de dividir su base al lanzar guerras en el extranjero, pero la mayoría volvió a alinearse cuando las bombas comenzaron a caer.

“Donald Trump tiene un control muy importante sobre el Partido Republicano, y creo que cualquiera que piense que este es el fin de su control sobre el Partido Republicano se equivoca”, declaró Kristen Soltis Anderson, estratega republicana y colaboradora de CNN, a Kasie Hunt en “The Arena” el lunes. Aun así, Anderson añadió que este revuelo podría ser más problemático para Trump que las batallas ideológicas que ha impuesto al Partido Republicano, ya que implica la falta de confianza con sus partidarios y su condición de outsider.

Pero en las elecciones de mitad de período del año próximo, cuando Trump no esté en las papeletas, cualquier caída en el entusiasmo entre los republicanos de base podría tener un impacto.

Steve Bannon, asesor político de Trump durante su primer mandato y ahora presentador del podcast “War Room”, argumentó el viernes en la conferencia Turning Point USA que no se necesitaría mucha erosión en la base de MAGA para tener un efecto drástico. Añadió que si el 10 % del movimiento se descontentara, el partido podría perder 40 escaños en la Cámara de Representantes. Eso significaría una mayoría demócrata.

Vale la pena observar si Trump se siente presionado. De ser así, un presidente experto en distracciones podría intentar orquestar nuevas controversias.

Trump ha retomado con frecuencia el tema arraigado en la esencia del movimiento MAGA (posturas intransigentes sobre inmigración) para reconciliar al grupo. Por eso, no sorprendió ver al zar fronterizo Tom Homan y a la secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem con una postura firme en los noticieros dominicales. Pero los favoritos de la administración MAGA no lograron disimular los rumores sobre Epstein, que se intensificaron durante todo el fin de semana.

Estos rumores se originaron cuando Bondi insinuó a principios de este año en Fox News que podría haber una revelación importante en el caso. Trump ha mostrado un fuerte apoyo a su secretaria de Justicia en los últimos días, incluyendo una aparición con ella en la final del Mundial de Clubes de la FIFA el domingo. Ella también es valiosa para él y ha transformado su departamento en un bufete de abogados personal del presidente.

Aun así, si no logra acallar el ruido de la base política, Trump seguirá murmurando sobre su desempeño. El presidente ha criticado duramente a sus candidatos para el gabinete en circunstancias similares en el pasado.

Trump escribió en las redes sociales durante el fin de semana que Bondi era “genial” y que se le debería permitir hacer su trabajo.

Pero la lealtad suele funcionar en un solo sentido en la administración Trump. Y una forma de quedar bien con la historia sería que el presidente se distanciara de Bondi.

Mientras tanto, el equipo de la Casa Blanca de CNN informó que, si bien el presidente no quiere perder a Bongino por este tema porque haría que su gabinete parezca dividido, algunos esperan que el subdirector del FBI no permanezca en su puesto a largo plazo.

El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, le dijo a Raju el lunes que aún tenía fe en Bondi y que confiaba en que el presidente haría lo correcto con respecto al caso Epstein. El hecho de que el republicano de Louisiana esté dispuesto a responder a tales preguntas demuestra que la secretaria de Justicia está bajo presión.

Fiel a su estilo, Trump intentó salir del lío lanzando nuevas teorías conspirativas que culpaban a los demócratas por no haber publicado los archivos hace años. Esto ha funcionado a menudo en el pasado para cohesionar a su coalición. Pero esta vez no está funcionando.

El presidente simplemente abrió el camino para que los demócratas sometan a escrutinio sus decisiones.

“El pueblo estadounidense merece saber la verdad, toda la confianza y nada más que la verdad en relación con este sórdido asunto de Jeffrey Epstein”, declaró el lunes a la prensa el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, mientras intentaba profundizar las divisiones sobre el MAGA. “Esta era una teoría conspirativa que Donald Trump, Pam Bondi y estos extremistas del MAGA han estado alimentando durante los últimos años, y ahora las consecuencias son las mismas”.

Los principales influyentes conservadores en la conferencia Turning Point y en los podcasts del lunes continuaron exigiendo respuestas sobre Epstein, de dónde obtuvo su dinero, con quién estaba vinculado y quién lo encubría.

Todo esto demuestra que es poco probable que la controversia sobre Epstein desaparezca rápidamente.

Una de las razones es que se ha vuelto central para un argumento que Trump y sus asesores promovieron durante años, que Estados Unidos está bajo el control de un “Estado profundo” de agencias de inteligencia, financistas multimillonarios y fuerzas políticas turbias que están orquestando eventos detrás de escena.

Trump aprovechó esta falsa mitología para construir su propio poder, presentándose como una víctima de los complots de la CIA y el FBI y de la justicia utilizada como arma porque era el avatar de las esperanzas de los seguidores de MAGA en todo el país.

Ahora parece que está apoyándose en esas instituciones supuestamente podridas y no derribándolas.

Pero no se trata sólo del presidente y su movimiento.

Dada su posición y el caos que afecta al Departamento de Justicia, esto tiene implicaciones para el país.

La controversia ofrece una visión reveladora de la política moderna y de la contribución de un entorno mediático fracturado a la destrucción del concepto de verdad.

La negativa de las figuras mediáticas MAGA a aceptar que los hechos no respaldan un encubrimiento en torno a la supuesta lista de clientes de Epstein y su muerte en prisión refleja una versión extrema de una tendencia poderosa: el deseo de un número cada vez mayor de ciudadanos de elegir verdades preconcebidas que respalden lo que quieren creer. Trump ha hecho más que cualquier otro político para promover esto.

La naturaleza corrosiva del Gobierno de Trump, dominado por las teorías conspirativas, también amenaza con perjudicar al Departamento de Justicia y al FBI. La hostilidad que rebota en la alta dirección corre el riesgo de desviar la atención de las misiones fundamentales del Departamento de Justicia y del FBI, que incluyen la administración justa de justicia y la protección de los estadounidenses contra la delincuencia violenta y el terrorismo. También demuestra que cuando el propósito de dichas agencias se ve contaminado por la política, como ha sucedido con Trump, las consecuencias a veces pueden descontrolarse.

Y nadie en los medios de comunicación de MAGA está hablando de una cuestión clave.

Muchos de quienes votaron por Trump en su coalición republicana, más diversa de lo habitual, el año pasado no eran conspiranoicos radicales del MAGA. Eran estadounidenses frustrados por la crisis del coste de la vida: el precio de los alimentos, el alquiler, el cuidado infantil y la educación.

¿Cómo les va a ir esta saga política sobre una teoría conspirativa descabellada en torno a un delincuente sexual muerto y acusado?

Parece poco probable que sea una de las principales preocupaciones de los votantes cuando acudan a las urnas el próximo noviembre para decidir el destino de las mayorías republicanas en el Congreso.

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